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O inimigo público número un - Artigo de Nora Bär

O crescimento exponencial da epidemia mostra, a um tempo, o poder e a debilidade da ciência


Nora Bar - Editora de Ciência e Saúde do jornal La Nacion, de Buenos Aires.

Publicamos o seu artigo no original, em espanhol



Hace ya veinticinco años de aquel 5 de junio de 1981 en que M. Gottlieb, F. Siegal y H. Masur, investigadores del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EEUU (CDC, según sus siglas en inglés), describieron los primeros casos de neumonía por Pneumocystis carinii en hombres jóvenes que habían tenido sexo con hombres. Casi al mismo tiempo se notificaron varios casos de Sarcoma de Kaposi.

Dado que esas enfermedades nunca se habían registrado en sujetos sin problemas inmunológicos, la alarma entre médicos e investigadores comenzó a crecer sigilosa, aunque sostenidamente.

Un mes más tarde, el 3 de julio, "The New York Times" publicaba la noticia de que se había reconocido un nuevo síndrome, y a fines de ese año ya se habían diagnosticado 422 casos y 159 muertes. Estaba comenzando la historia del sida.

Es indudable de que en este cuarto de siglo corrió mucha agua bajo los puentes. Pero aunque en todo este tiempo asistimos también a la aparición del ébola, la enfermedad del legionario, el síndrome de fatiga crónica y, más recientemente, la neumonía asiática (el síndrome agudo respiratorio severo o Sars), el sida sigue siendo el enemigo público número uno.

El crecimiento exponencial de la epidemia ilustra a un tiempo el poder y la debilidad de la ciencia.

En sólo una década desde que se declararon los primeros casos, el investigador francés Luc Montagnier (utilizando métodos desarrollados por Robert Gallo) logró identificar su agente causal - el virus de la inmunodeficiencia humana o VIH -, se desarrollaron los primeros tests para detectar anticuerpos en sangre y se descubrieron sus vías de transmisión.

Pronto se hace evidente que la enfermedad afecta a hombres y mujeres, independientemente de su orientación sexual, y que encuentra a sus víctimas preferidas entre quienes practican el sexo sin protección, los usuarios de drogas endovenosas y los que reciben transfusiones reiteradas de sangre, como los hemofílicos.

También se desarrollan los primeros fármacos antirretrovirales, aunque todavía no se logra una vacuna.

Pero al mismo tiempo queda crudamente al desnudo el lacerante abismo entre ricos y pobres.

Mientras en los países centrales y en las clases acomodadas la enfermedad se va transformando en una patología crónica, los casos siguen multiplicándose entre quienes carecen de acceso a la información y las muertes se suman entre los que no reciben tratamiento.

La epidemia se ensaña con los más vulnerables, mujeres y chicos.

Hoy, 25 millones de muertes después de aquel "paciente 0" - un auxiliar de vuelo que se cree fue capaz de infectar a más de 40 varones de diferentes países -, es evidente que la ciencia no basta para combatir contra un enemigo tan formidable.

El sida es también un caso ejemplar de la importancia que tiene la acción concertada de gobiernos, empresas y sociedad civil.

Como decía lord Byron, "la adversidad es el primer paso hacia la verdad...".


Data: 16/08/2006